¿Cuál te gusta más: el lenguaje del gladiador o el de la partera?

Pregunta extraña, difícil de responder si no sabes a qué me estoy refiriendo. Cuando hablamos o escribimos, utilizamos palabras que a veces tienen significados concretos y otras veces tienen referencias metafóricas.  Todo lo que decimos simbólicamente pertenece a diferentes campos semánticos. Por ejemplo, si decimos “no lo puedo tragar”, “eso me dio una patada al hígado”, estamos operando en el campo semántico de la digestión. Si decimos “me dejó un mal gusto en la boca”,  pareciera que las ideas son comida. “Plantó la semilla de la curiosidad”, estamos en el mundo de los cultivos o la jardinería.

Dicen que los peces no saben que están nadando en agua.

Nosotros tampoco nos damos cuenta de los mundos en los cuales vivimos, a través de la forma que les damos a través de nuestro lenguaje. Un lenguaje transmitido culturalmente, aprendido desde las primeras palabras que escuchamos y pronunciamos,  hace que lo utilicemos en forma automática sin cuestionar eso que estamos diciendo.

Vivimos en un mundo en el cual suena natural la metáfora de la lucha, de la pelea y de la guerra. Veamos como ejemplo una frase escuchada y dicha con frecuencia: «Tengamos el coraje de luchar por nuestros sueños». A simple vista parece una oración motivadora. Sin embargo, la palabra «luchar» denota muchas cosas: que hay un oponente, un conflicto, una limitación. Cuando vamos a la lucha, no respiramos. Se tensiona nuestro cuerpo, se angosta el pecho.  El cuerpo se contrae y contractura. Este es el que llamo el “lenguaje del gladiador”. Quienes habitan este campo semántico están a la “caza” de nuevos estímulos, “conquistan” mercados, “atacan” sus miedos, “destruyen” creencias limitantes, “vencen” a la enfermedad”, “capturan” momentos, buscan destacarse, vencer. Utilizan palabras tales como: destruir, arruinar, aniquilar, desbaratar, destrozar, devastar, asolar, derribar, extinguir, hacer polvo, llevarse por delante. Muchas veces en el marketing, coaching, ventas, se vive este modelo de guerra y lucha. El gladiador también es acumulador, y en ese paradigma se valora el incremento, la superproducción, el consumo intenso, la verticalidad, las jerarquías, el rendimiento. Se invita a ir más rápido, a ser mejor, a destacarse, y se incentivan las relaciones de poder. Recuerdo a una persona que decía que se “facturaba” amantes. Las coleccionaba y colgaba sus cabezas en su psiquis como si fueran su trofeo de caza.

Qué interesante sería deconstruir ese tipo de lenguaje. Las palabras que utilizamos están relacionadas con las representaciones de nuestra mente. Es decir, el modo en el cual expresamos lo que expresamos, siempre tiene consecuencias. Cuando digo deconstruir me refiero a cuestionar, a observarnos desde afuera, a escuchar lo que decimos y a sentir lo que esas palabras provocan en nuestro cuerpo. Tal vez, como los peces, estemos tan acostumbrados a ese hábitat lingüístico que no notemos que estamos sumergidos en él. Salgamos de allí por un período corto de tiempo, y atestigüemos lo que causan nuestras palabras.

Por otra parte, quiero contarte que hay otros campos semánticos posibles, con metáforas del ámbito de la creación y de la vida. Podemos “dar a luz” una nueva realidad, vivir nuestros sueños, “parir” otros mundos. Es posible transformar, desplegar, latir, pulsar, alumbrar, pujar, y tanto más. A este me gusta llamarlo “el lenguaje de la partera” o de la doula. Te invito a que sientas en tu cuerpo qué te producen estas palabras.

Me inspira más el lenguaje de la partera, que el lenguaje del gladiador. Si bien ambos conviven en este mundo, quienes queremos co-crear una nueva realidad, podemos elegir qué palabras utilizamos para movernos hacia nuevos paradigmas latentes.

Laura Szmuch

Master Trainer/Coach