El beneficio de las vacaciones 

Por Laura Szmuch

Todo tiene un tiempo.

Un momento para nacer y otro para morir.  Uno para plantar y otro para cosechar.

Un tiempo para dar, otro para recibir. Uno para sujetar y otro para soltar.

Estas y otras cosas más nos recuerda Bob Barner en su libro “To Everything”.  Así como para poder inhalar debemos exhalar  el aire que había entrado en los pulmones, para poder seguir en movimiento es necesario también que haya espacios de quietud. Todo es cuestión de mantener sanos equilibrios, períodos de actividad y de ocio, de vigilia y también de sueño. En las clases de yoga notamos cómo a muchas personas les cuesta tanto exhalar. Vivimos en una cultura “inhaladora”. Tomamos más de lo que soltamos. Sabemos que el equilibrio entre prana y apana son esenciales: así como el aire ingresa, debe salir; así como ingerimos alimento, debemos eliminarlo.  Para que la energía fluya, es importante tener en cuenta que lo que sobra, intoxica.

Es por eso que es necesario recordar que también hay momentos para trabajar y otros para descansar. Las vacaciones son tiempo y espacio para no hacer, para detenernos a reposar, a recuperarNOS, a disponer de cada hora como nosotros elijamos hacerlo. Si sobre cargamos esos días con responsabilidades postergadas, o no nos brindamos la posibilidad de disfrutarlas en cuerpo, mente y alma, viviremos el resto del año en extrema añoranza de un descanso que no nos hemos permitido realizar.

Cuando olvidamos respetar los equilibrios, aparece el estrés que puede ser fácilmente detectado al observar excesiva ansiedad, malhumor, irritabilidad, miedos injustificados, dificultades cognitivas, tristezas sin motivo. A nivel físico pueden presentarse problemas en el sistema digestivo, dolor de cabeza, taquicardia, problemas cardiovasculares, mucha tensión muscular, dolores y contracturas. El no detenernos nunca puede traer daños irreversibles en todo nuestro sistema, y un ejemplo de esto es el llamado Karoshi. Esta es una palabra japonesa que significa muerte por exceso de trabajo.

Para tomar vacaciones no es necesario pensar solamente en un viaje, o días en la playa o montaña. Las vacaciones no tienen por qué estar relacionadas con los lugares turísticos, que muchas veces dejan a las personas más estresadas que lo que llegaron.  Es interesante poder distinguir la diferencia entre ser turista y estar de vacaciones. El hecho de que los viajes se hagan durante el período destinado a las mismas, no es sinónimo de descansar. El verdadero descanso implica bajar las revoluciones de la mente inquieta, recuperar energía, volver al centro. Para hacer esto, no hace falta ir lejos, o a destinos caros, aunque esa es una buena opción para quien la elija. Las vacaciones son buenas cuando al regresar las personas se sienten con más energía, con renovado interés en las cosas, con la sensación de haberlas disfrutado.

También hay momentos a los que metafóricamente podríamos llamar “vacaciones”. Una buena experiencia de yoga nidra, prácticas de relajación, estados de fluir a través de la pintura de mandalas, jardinería, cocina, o cualquier actividad donde se pueda practicar la conciencia plena, son prácticas con grandes beneficios para descansar la mente durante los períodos laborables.

Sin embargo, las vacaciones propiamente dichas requieren que se tomen varios días para cortar con las actividades cotidianas, en lo posible alejarse de los correos electrónicos, redes sociales y todo lo que distraiga y pueda llegar a crear algún tipo de preocupación por temas que nada tienen que ver con el objetivo principal: descansar.

Los beneficios de tomarse vacaciones:

  1. Durante las vacaciones las personas pueden dormir más. Un buen descanso físico y mental mejora la salud y devuelve la energía, que en muchos casos llega a la época de vacaciones totalmente agotada. El sueño reparador aleja el malhumor.
  2. El descanso real mejora notablemente el sistema inmunológico.
  3. Estimula la creatividad.
  4. Al regresar, el rendimiento laboral es superior a antes de tomar las vacaciones.
  5. Las vacaciones dan la posibilidad de tener experiencias distintas, a conectar con las cosas que dan placer, ya sea un paisaje, sesiones de masajes, o incluso actividades aventura, que si bien no implican no hacer nada y descansar, generan endorfinas, y propician la sensación de fluir y de presencia.
  6. Las vacaciones son oportunidades para tomar recreos de algunas personas. Aunque se lleven muy bien, tomar distancia durante unos días puede favorecer la calidad de las relaciones. Extrañar un poco hace bien.
  7. Por otra parte, las vacaciones también son momentos en los cuales se pueden intensificar algunas relaciones, ya que se dispone de más tiempo para compartir, conversar, hacer cosas juntos.
  8. Hay tiempo para leer, escuchar música, duchas largas, y sobremesas sin apuros.

Lo importante al planificar el período de vacaciones es bajar la expectativa, ansiedad y exigencia. Es decir, no dejar todo lo que no se pudo hacer durante el año para esos días. Las vacaciones no son un momento para ponerse al día con lo que no se hizo, sino para la dedicación a uno mismo, a las personas con quienes se elija compartirlas, y al descanso o actividades que den placer.

Las vacaciones no son un momento para ponerse a dieta en forma estricta, ni para empezar rutinas de ejercicio fuerte. Sin embargo, durante esos días o semanas se pueden comenzar hábitos saludables que han sido abandonados o ignorados durante el resto del año. Una buena idea es hacer foco en todo lo saludable, encontrándole el gusto a aquello que no se hace en otros momentos. Es una buena época para aprender a cuidarse, y con unas pocas prácticas consistentes, para poder continuar durante los otros meses eso que hace tan bien.

Algunos hoteles o centros turísticos son buenos aliados para eso: ofrecen yoga, comida saludable, espacios de meditación. Muchos han apostado a convertirse en oasis para efectivas escapadas de relajación.

En estos días es bueno recordar el cuidado personal: la hidratación adecuada, ya sea con agua o bebidas saludables, movimiento, caminatas, y tiempo para no hacer absolutamente nada. En vacaciones, cada segundo es propio, y una actitud “mindful” es la mejor opción.

¿Qué es una actitud “mindful”?

Mindfulness o atención plena es la conciencia en el momento presente y la aceptación de lo que ocurre, deteniendo la catarata de conversaciones internas, para poder hacer foco en lo que está sucediendo ahora. ¿Hay fila larga en el supermercado, y estamos perdiendo un tiempo valioso del día de vacaciones y se atrasa la llegada a la playa? En lugar de enojarnos, es momento de callar la mente, y recordar que, precisamente, como estamos de vacaciones, no tenemos apuros. Tenemos todo el tiempo del mundo a nuestra disposición. Podemos ser amables y dejar pasar a otros primero: “Tengo tiempo”, es un buen mantra para practicar durante esos días.