El desafío de los diez años
Divertidas, las redes sociales están siendo inundadas por este juego: #10yearschallenge, o el desafío de los diez años. Consiste en subir una foto tuya de hace una década y una actual, para ver la diferencia. Muchos de nosotros descubrimos que cambió nuestro peso, que la piel es diferente (aunque tal vez no se note tanto porque las cámaras tienen filtros ahora que pueden disimularlo), otro color de cabello, otro estilo de ropa. Un juego que nos hace reír, pero algunos lo estamos tomando bien en serio.
El mirar hacia atrás nos lleva a cuestionarnos muchas cosas, a recordar con nostalgia, o a disfrutar los cambios que evaluamos como positivos en los últimos tiempos. No solo estamos haciendo la comparación en lo personal, también hay quienes están subiendo fotos mostrando cómo estaba el mundo, cómo estaba nuestro país, cómo estaban algunos paisajes dos lustros atrás.
Si bien el juego es inocente y gracioso en la mayoría de los casos, la evaluación no tendría sentido si solo quedara en lo físico, lo que una foto nos puede mostrar. Hay tantas otras cosas para tomar en cuenta: ¿A qué me dedicaba hace diez años? ¿Quiénes eran mis amigos? ¿Con quienes compartía mi vida? ¿Qué costumbres tenía? ¿Qué soñaba hace diez años?
Pensar en cómo transcurrieron estos diez años es el verdadero desafío. Cuestionarnos si eso que nos prometimos que haríamos de nuestras vidas fue cumplido, si estamos yendo en la dirección que nos habíamos propuesto, si este tiempo fue dedicado a honrar nuestra vida.
Tal vez sea mucho más fuerte esto que detectar un par de arrugas, si usamos más aumento en los anteojos, si la balanza grita cuando nos subimos a ella, o si el cabello ya nos crece blanco. Los diez años pasaron, ¿y ahora qué?
Me gusta el desafío de los diez años porque para muchos puede ser un gran despertador. ¿Qué vine haciendo este último tiempo? Si sigo haciendo lo mismo, ¿dónde voy a estar, cómo voy a ser, qué voy a pensar y sentir dentro de diez años?
Y ahí viene lo más importante. Una vez que vimos el rumbo que venimos tomando, podemos detenernos unas horas, un día, una semana, un mes, para recalcular. Hoy estoy acá y así. ¿Qué podría aprender, hacer, propiciar, sentir, pensar, para ser quien quiero ser dentro de diez años? ¿Qué me gustaría estar haciendo? ¿Cómo quisiera estar viviendo?
Si bien no todo está en nuestras manos, ya que vivimos en constante relación e interdependencia con otras personas, con el entorno y con lo que va aconteciendo, es muy diferente vivir con intención que vivir en piloto automático. ¿Qué se requiere de mí para que dentro de diez años pueda estar saludable, activa, y como me dé ganas de estar? ¿Qué me está pidiendo mi propia vida? ¿Qué propósito mayor me mueve, más allá del aspecto físico que va a mostrar la foto que me saque en 2029?
Para dentro de diez años poder cosechar lo que deseo, el día de hoy me está solicitando que tome unas cuantas decisiones y que tal vez empiece a modificar algunas cosas hoy mismo.
¿Qué voy a estar haciendo por mi cuerpo físico? ¿Cómo voy a cuidarlo y nutrirlo? ¿Cómo voy a atender mis articulaciones, mi respiración, mi ritmo cardíaco, mi piel? ¿Qué voy a comer? ¿Cómo voy a nutrir mi mente, mi alma y mi espíritu? ¿A qué cosas voy a prestarles atención y cuáles van a dejar de tener influencia sobre mí? ¿Qué actitudes van a colorear mis días? ¿Cómo voy a relacionarme con los demás? ¿Cuál va a ser mi contribución para que el mundo sea un mejor espacio para vivir ahora y cuando yo ya no esté?
Nos encontramos dentro de diez años para responder estas preguntas juntos. Estemos donde estemos, que podamos tener la certeza de haber estado viviendo una buena vida-más allá de los acontecimientos- y siendo leales a nosotros mismos. Te invito a el desafío #lospróximosdiezaños.
Laura Szmuch©