¿Para qué hacemos lo que hacemos?
Un tema muy complejo para analizar y estudiar es el de la motivación. ¿Qué hace que tengamos ganas de hacer algo y lo hagamos? Por otro lado, ¿qué cosas contribuyen a que no nos dé ganas de hacer determinada cosa?
Este tema se ha estudiado desde la biología, la psiconeurología, la psicología cognitiva, y varias otras disciplinas. Lo más básico que podemos decir acerca de la motivación es que está la que surge desde dentro de cada uno de nosotros, y también la que puede venir incentivada desde afuera.
¿Cómo es eso?
Un gran factor de motivación es el hedonismo, es decir, hacer las cosas que nos dan placer. Las personas siempre nos acercamos a algo, y nos alejamos de otras cosas. Ir hacia el placer y evitar el dolor es uno de los factores que nos asisten a comprender las voluntades de algunas personas. El marketing y la publicidad utilizan este principio con mucha eficacia. Te nombran lo que te duele, y te ofrecen cómo alejarte de eso. Te prometen que el viaje, el producto, la bebida, la medicación con venta sin receta, te van a traer alivio, o felicidad. Los investigadores de la emoción enfatizan la alegría y el interés como emociones que se basan en el acercamiento, y el miedo y desagrado como aquellos que nos mueven a la evitación. Las fuerzas hedonistas hacen que siempre estemos acercándonos a algo o alejándonos de eso.
Las experiencias guardadas en nuestras memorias tanto cognitivas como somáticas contribuyen mucho a esto. Hay cosas que se nos quedaron grabadas como buenas y seguras, y otras están asociadas a algo que percibimos como doloroso. Entonces va a haber muchas cosas que desearemos porque están asociadas a un recuerdo bonito, y otras nos fastidiarán y evadiremos porque el solo pensar en ellas nos pone de mal humor. Y también va a haber objetos o experiencias que desearemos adquirir porque una recompensa externa tal vez aplaque la falta de motivación interna. Por ejemplo, puedo estudiar algo porque me gusta y me da placer, o puedo hacerlo por lucimiento, por quedar bien con otros, para mi imagen pública. Puedo sacarme una foto en un paisaje bellísimo durante mis vacaciones para recordarlo más adelante y recordar y autoinducirme el placer que estaba sintiendo en ese momento, o puedo hacerlo para publicarla en Instagram y que los demás vean qué bien lo estoy pasando.
Las relaciones con otras personas en ámbitos educativos, laborales y familiares también son factores importantes para tomar en cuenta. A veces nos quedamos en un empleo solo por el clima laboral y los compañeros, aunque la paga no sea buena. O nos dedicamos a ciertas actividades que asociamos con nuestro propósito de vida. La sensación de pertenencia, la vivencia del buen trato, y experiencias que posibiliten el crecimiento personal y el bienestar son grandes motivadores. Por el contrario, el maltrato, el sentirse solo, la falta de propósito hacen que no pongamos lo mejor de nosotros mismos en eso que estamos haciendo: una labor, una relación, una compra, una obra de altruismo.
Hay contextos familiares, escolares, laborales y sociales que favorecen, apoyan y alimentan las necesidades emocionales básicas, lo cual nutre nuestra motivación intrínseca, y hay otros ambientes que inducen a la apatía, el pesimismo, la ansiedad, la duda y el desamparo. La falta de comunicación, la demora, la falta de reconocimiento, hacen que cualquier impulso para hacer algo se duerma antes de ponerse en funcionamiento.
Estudié e investigué en profundidad este tema para mi tesis de Maestría en Psicología Cognitiva. Esto que acabo de contarte es solo la puntita del iceberg.
La motivación y la emoción son dos caras de la misma moneda. Es por eso que es tan necesario el buen trato, el agradecimiento, apreciación y reconocimiento entre las personas de un grupo o equipo de trabajo. El clima laboral, es decir, el escenario emocional y psicológico en el cual mucha gente ejerce su labor diariamente crea acercamientos o alejamientos. Es decir, motivación para ir y poner lo mejor de sí mismos, o, todo lo contrario.
Los grupos de crecimiento y apoyo son esenciales para que las personas se sientan sostenidas y motivadas para lograr vivir la vida que desean, y también para descubrir qué es lo que desean.
En las empresas, negocios e instituciones, es necesario invertir en eso que muchos llaman “disciplinas blandas”: cómo mejorar la comunicación, la resolución de conflictos, la motivación, la creatividad, un estado psicológico, físico y emocional saludable. En la vida personal, es importante dedicarnos a escucharnos, a escuchar a los demás, a generar entornos de vida resonantes. Nuestros hogares y espacios laborales influyen notablemente en nuestro propósito, ganas de levantarnos a la mañana, vivir plenamente. Los grupos de pertenencia son grandes aliados también.
Todo aquello a lo que nos dedicamos, honramos y practicamos, crece y se consolida.
¿En qué estamos usando la mayor parte del tiempo y energía hoy? ¿Qué nos decimos todo el tiempo? ¿Qué cosas nos da ganas hacer y para qué, y qué cosas evitamos y todavía no sabemos por qué?
Los dejo con estas preguntas, que invitan a pensarnos y nos alientan a hacer pequeñas modificaciones para aumentar el bienestar propio y el de nuestros entornos.
Mag. Laura Szmuch
Master Trainer en PNL
Modelados neurolingüísticos