¿Qué es y qué no es la PNL?

Por Laura Szmuch

PNL significa Programación Neurolingüística y  surgió en los años 70 a partir de  la curiosidad de Grinder (lingüista) y Bandler (matemático)  de entender la relación entre la experiencia subjetiva y las conductas de las personas.  Desde ese momento hasta ahora el campo de estudio, investigación y aplicación ha crecido enormemente, y actualmente podríamos decir que el nombre ha quedado pequeño y poco descriptivo del trabajo que los practicantes de la PNL realizan.

Esta es una metodología sumamente generativa: desde los comienzos se  puso énfasis en el modelado, es decir, en descubrir cómo las creencias, los valores, el modo de pensamiento de las personas (que en ese momento se ejemplificó con la metáfora de la computadora y sus programas, de ahí el nombre “programación”), influyen enormemente en el campo de lo que la persona percibe como posible y por lo tanto, realiza, y también lo que  interpreta como imposible, y por eso ni siquiera lo intenta.

Desde sus orígenes hasta ahora, ha ido creciendo y desarrollándose de modos diferentes de acuerdo a quiénes la  transmiten, investigan o practican. El énfasis inicial fue entender qué hacen los buenos comunicadores  y fomentar  la sintonía o rapport entre las personas, tomar en cuenta los canales sensoriales con los cuales organizamos la información, el lenguaje verbal y no verbal, el logro de objetivos, y muchos otros temas.  A lo largo de los años han surgido otros intereses: el modelado de líderes, personas que consiguen lo que se proponen y gente que es muy buena en lo que hace.

Las definiciones de PNL que hemos encontrado son muy diversas, ya que su alcance es grande, y gracias a los aportes de otras disciplinas ha ido creciendo y enriqueciéndose. Como la presuposición principal de la PNL es “El mapa no es el territorio”, el practicante de la PNL es invitado a entender desde un principio en su formación que cada persona es diferente: cada mente es un mundo, y no todos percibimos e interpretamos la realidad de la misma forma. El tomar en cuenta la maravilla de que todos somos únicos e irrepetibles le da una riqueza indescriptible a esta disciplina, y al mismo tiempo, nos lleva a notar, varias décadas después de que fuera inicialmente concebida, que podríamos hablar de varias PNLs, tantas como practicantes hay en el mundo.

Es por eso que a muchas personas se les hace un tanto desafiante explicar qué hacen cuando dicen que practican Programación Neurolingüística: saben que les gusta, que les hace bien, que les ha traído cambios muy positivos en su vida, que ha mejorado sus relaciones, evitado o solucionado conflictos internos o con otros, sin embargo, no pueden explicar de qué se trata. La respuesta ante quien pregunta, muchas veces es: “Hacé un curso o taller, ahí vas a tener la vivencia”.

Si bien la PNL ha sido criticada por no tener sustento científico, a lo largo de los años se han publicado investigaciones, principalmente en el campo de la educación. En este momento hay grupos de practicantes y entrenadores que están trabajando seriamente en la investigación. De todas formas, no por no ser científico  debe ser descartado. El yoga, por ejemplo, que ya lleva varios miles de años en el mundo, recién está siendo investigado científicamente ahora, con descubrimientos y confirmaciones de cosas que los yoguis ya sabían aún sin tener los instrumentos para medir actividad cerebral o cambios fisiológicos.  En la actualidad, con la tecnología apropiada, muchas  universidades se dedican a eso.

La PNL, que entre tantas cosas que podemos decir de ella, es una exquisita tecnología para mejorar la calidad de vida de las personas, es decir, la nuestra. La PNL es muchas cosas, pero NO es tantas otras.

La PNL no es una serie de técnicas mecánicas, aplicables fuera de contexto. Es decir, las prácticas dentro de esta disciplina se hacen desde un estado de preparación interna, una actitud mental de curiosidad y apertura, y el deseo auténtico de aprender acerca de nosotros mismos, para modificar lo que decidamos que ya no nos está sirviendo.

La PNL no es algo que alguien “le” hace a otro. Si bien un proceso de aprendizaje de PNL puede resultar sumamente terapéutico, es, principalmente eso, un proceso de aprendizaje. Las personas siempre deciden qué es lo que desean modificar y cómo, ya que una de las premisas básicas de la PNL es aumentar la capacidad de elección y la autonomía de los practicantes.

La PNL no es una filosofía de pensamiento positivo. El practicante de la PNL reconoce lo que no está bien en su vida, o no es como le gustaría, para poder cambiarlo. Es verdad, se desarrolla la conciencia de la importancia de la actitud, pero no es una disciplina: “Don’t worry, be happy” en medio de una situación que debe ser resuelta.

La PNL no es un libro de recetas fáciles para alcanzar el éxito en una semana. No hay formulas fijas, cada persona es única. No todos tienen los mismos objetivos, ni definen éxito de la misma manera. Y sobre todo, la PNL no ofrece recetas.  La responsabilidad personal es altamente valorada.

La PNL no se usa para programar ni manipular a otros, por lo menos no desde la ética que compartimos los miembros de la Red Latinoamericana de PNL.